viernes, 27 de julio de 2012

433 Un día gris.

Un día gris, sin luz, sin colores, sin motivaciones, sin ningunas ganas de seguir viviendo ni de luchar por nada. Sin ningún motivo de felicidad. No tenia nada, la soledad me ganaba cada vez que apostaba. La tristeza invadía mi cuerpo. Mi mente no podía hacer otra cosa más que pensar en mi vida, mi futuro.. Mis ojos no podían parar de llorar y yo.. yo no sentía, yo era una pompa de jabón que se rompe solo con rozarla. No me creía capaz de nada, era imposible levantar cabeza, era una caída tras otra. Cuando ya creía que lo había superado, volvía a caer.. Y así millones de veces. Sin nadie a mi lado que me dijera: ''Tranquila, estoy aquí para ayudarte''. Pero entonces, llegó él. Con su preciosa y brillante sonrisa. Devolvió la luz a mis días, le dio color a lo incoloro, y lo borroso desempañó. Era él la motivación de mis días, era mis ganas de vivir y seguir luchando por mi vida, me hacía ver que cada día que pasaba a su lado era más importante que el anterior y que merecía la pena vivirlo como si fuera el último. Secó mis lágrimas y las convirtió en sonrisas llenas de esperanzas. Me dio calor en los días más fríos de invierno, y me supo dar aliento en los días más cálidos de verano. Con él, aprendí a vivir, aprendí a querer, aprendí muchísimas cosas de las cuales jamás me podré olvidar.
Pero resultó que fue otro más, otro de esos que llegan, te ponen la vida patas arriba, te rompen todos los esquemas y luego, se van.. y ahí te quedas.

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